lunes, marzo 11, 2013

Para no olvidar: el síndrome del Burn-Out

Burn-out se traduce literalmente como "quemarse".

Es un tipo de estrés prolongado, parecido al karoshi o a la adicción al trabajo, motivado por la sensación que produce la realización de esfuerzos que no se ven compensados personalmente. 


Se le denomina también síndrome de burn-out o del quemado y se suele dar en trabajos sociales que implican el trato con personas e importantes exigencias emocionales en la relación interpersonal (agentes comerciales, personal sanitario, docentes, policias, etc), que resultan exteriormente en un deterioro, desgaste o pérdida de la empatía. Se le conoce también como trastorno ocupacional.

Es un síndrome porque conjuga un grupo de afecciones diversas; desde estrés o insomnio a trastornos cardiovasculares.

Se trata de un estado de vacío interior, de desgaste espiritual, de “infarto al alma”, en el que la persona afectada no sólo ha gastado sus energías recargables, sino que su sustancia ha sido también atacada y dañada. Daños físicos causantes de enfermedades son parte del llamado síndrome burn-out.

El camino hacia “quemarse” (síndrome de burn-out) no es exclusivo de gerentes de empresas, sino que ataca directamente a como a cualquier tipo de trabajador sometido a situaciones de estrés y agobio; según los estudios ataca especialmente a las mujeres, que son las que más son víctimas de este síndrome.

En especial padecen del síndrome de burn-out personas altamente comprometidas, en las que los intereses profesionales predominan sobre los intereses personales. Las relaciones personales o matrimoniales padecen las consecuencias, y terminan por romperse. El trabajo es lo más importante en la vida de los afectados. Debido a fracasos profesionales reaccionan sensiblemente y trabajan más.

Aunque este síndrome se da mayormente en el ámbito laboral, cada vez más a menudo aparecen casos de burn-out en estudiantes. Y es otra cosa si nos referimos a estudiantes que también trabajan en climas competitivos y con poco descanso, dado que allì tenemos dos de las principales variables; Los afectados suelen ser personas que se esfuerzan excesivamente en sus estudios o que se sienten "agobiados" en las temporadas de exámenes. Esto suele ocurrir cuando al estudiante le cuesta mucho trabajo entender y memorizar las cosas, y por ello tiene que esforzarse más de lo normal. Si el síndrome se prolonga, el afectado suele abandonar los estudios y padecer depresion.


Síntomas de burn-out: Lo principal es un fuerte sentimiento de impotencia, ya que desde el momento de levantarse ya se siente cansado. El trabajo no tiene fin y, a pesar de que se hace todo para cumplir con los compromisos, el trabajo nunca se termina. Lo que anteriormente era motivo de alegría ahora no lo es. Aun cuando se tiene tiempo, se siente siempre estresado.

Visto por otras personas, aparenta sensibilidad, depresión e insatisfacción.

A los propios síntomas del estrés a nivel corporal, se suman múltiples molestias: insomnio, dolor de cabeza, mareos, dolores musculares, trastornos digestivos, infecciones, manchas o afecciones en la piel, trastornos respiratorios y circulatorios o digestivos (variaciones en el peso).
Causas: Se ha encontrado en múltiples investigaciones que el síndrome ataca especialmente cuando el trabajo supera las ocho horas, y la persona no se da tiempo a diario de realizar actividades diferentes al trabajo.

La vida de la persona es una rutina a “marchas forzadas”, incluso para descansar:

Entre semana: Se levanta a la misma hora todos los días. A las carreras se arregla y deja listas las cosas de casa. Se dirige al empleo. Trabaja, trabaja, trabaja y trabaja. En ocasiones come. Trabaja, trabaja, trabaja y trabaja. Se dirige a la casa. Convive a medias con su familia o pareja, ya que generalmente lo hace en aquellas actividades que programó, pues supone que lo relajarán. Lee o ve la televisión un poco, y generalmente deja de hacerlo “antes de dormir”. Se duerme. Se duerme parado y en cualquier lado. Llega aquí el momento que estaba esperando todo el día, dormirse, parado y en cualquier lado; ya que creía que durmiendo se le iba a quitar el cansancio. Duerme generalmente bien, incluso más de 8 horas en ocasiones. Pero vuelve a levantarse a la misma rutina una y otra vez. En caso de haberse desvelado, ya no importa la hora de acostarse, ya que previamente se había roto la regla “inviolable” de dormirse temprano entre semana.

Fin de semana: Durante toda la semana se ha ido programando a descansar el fin de semana, ya que se ha sentido agotado todos los días; por lo mismo, el descanso no es una satisfacción sino una obligación; al igual que lo es haberse despertado, llegado a tiempo al trabajo y haber desahogado los cientos de pendientes diarios. En resumen, el descanso para esta persona es una responsabilidad más, sólo que relacionada con su cuerpo.

Se programa para despertarse lo más tarde posible que le permitan sus actividades. Realiza todo aquello que “no se llama trabajo”, ya que es su obligación hacerlo el fin de semana; entre semana lo primero es trabajar y lo segundo y último es dormir para descansar. Generalmente no le gusta desvelarse, ya que sabe que vendrá la semana laboral y hay que descansar todo aquello que no podrá descansar entre semana. Cuando llega a desvelarse lo hace hasta entrada la mañana, creyendo que debe aprovechar la desvelada al máximo, ya que no sabe cuándo podrá hacerlo otra vez, ya sea por tanto trabajo o por tanto cansancio. Domingo por la tarde: Depresión. Se acerca amenazante la semana laboral.


Se siente derrumbado, se siente como un edificio después de un devastador incendio, solo le queda la estructura externa, si uno mira adentro está todo quemado y en ruinas, se siente por derrumbarse, siempre al borde, siempre en el límite entre locura y cordura, siempre pisando esa fina raya, que nunca termina de cruzar; cosa que parece peor que estar loco. Luego se percata de que tiene una pantalla adelante y tiene que trabajar, ve que pasa alguna autoridad detras suyo y se incómoda, pero sigue.Recomendaciones: La primera y más importante: hay que cambiar de mentalidad respecto al trabajo, es decir, hay que trabajar para vivir, y no vivir para trabajar.

La persona se entrega, a diario, más de 8 horas a su trabajo.

- Hay que considerar que es justo dedicarle al menos una hora de tiempo a sí mismo: leer, ver la televisión, hacer un poco de ejercicio, arreglarse el cabello... organizarse para cambiar el sistema que genera las causas de la enfermedad.. pero todo ello con la misma intensidad, entusiasmo e interés que se aplica al trabajo. Dedicarle un poco de tiempo a la familia, y también a la pareja. Se recomienda, por ejemplo, hacer cinco cosas que le gustan a la pareja, cosas que no tienen que ser complicadas ni laboriosas: puede ser regalarle un dulce, por ejemplo; verla/verlo a los ojos, preguntarle respecto a sus asuntos.

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