El pasado 5 de setiembre se registró un terremoto de 7,2 grados en nuestro país. Inmediatamente, se declaró una alerta de emergencia nacional y hasta reportaron un tsunami para las costas centroamericanas que luego fue descartado. Todo esto mientras se registraban los daños. Ese día muchas personas fueron enviadas de sus trabajos a sus hogares para asegurarse de que sus familias y sus casas estaban bien, otras simplemente porque entraron en crisis nerviosa. Después de todo, estamos hablando de un TERREMOTO, una amenaza directa a la vida. Claro, podrán imaginarse que la mayoría de ceses laborales se dieron en el sector público, regulado por sindicatos y vigilado por el gran imaginario colectivo; pero qué pasó en las empresas privadas, en los call centers, qué pasó con nosotr@s? Nadie se encargó de registrar eso, verdad? Como nuestros patronos no están en la obligación de darle cuentas a nadie...En fin, yo quiero responder a esa interrogante de una manera concreta: en la empresa para la que trabajo, ubicada en San José, tenemos claro que "nunca" podemos cortar llamadas. Pensaría cualquiera que ese "nunca" no aplica a terremotos, más si se nos pueden venir abajo varios pisos. Pero ese miércoles comprobamos lo contrario: no importa si se te mueve el piso, el techo, las paredes, la computadora, si sientes que tu corazón está a punto de estallar del susto, no cambies el tono de tu voz, CALMA CALMA, te gritará tu supervisor(a), que no se te ocurra cortar la llamada. Se me había olvidado, primero el cliente...luego mi vida. Mi error. Hasta cuándo Costa Rica? Hasta el próximo terremoto? Hasta que nos maten? Hasta cuándo?
¡Tenemos voz, tenemos rostro, tenemos derechos!
CALLS ORGANIZADOS