Por Miriam Marquéz
“No es extraño ahora en este sector que te marches una mañana de la subcontrata en la que trabajas y que al día siguiente te digan que el servicio lo cubrirá otra empresa, que le sale aún más barata a la compañía contratista.Aunque en teoría están obligados a reabsorber gran parte de la plantilla, en la práctica, unas veces te quedas y otras te vas”. Me lo cuenta una teleoperadora de 48 años con dos hijos. “Desde hace años, parece que tenemos que dar las gracias a Movistar por mantener parte de sus servicios en España en vez de deslocalizarlos todos a Argentina, por ejemplo. Allí la situación es mucho peor. Hay gente que gana un sueldo muy por debajo de los 400 euros. Yo llevo años detrás de un horario estable y una jornada de ocho horas, pero la tónica ahora es tener gente más joven trabajando durante pocas horas al día. Deben de resultar más fáciles de contentar”.
“El convenio de los trabajadores de telemarketing está diseñado a la medida de la patronal. En la práctica perpetúa la precariedad porque, por ejemplo, no se reconoce el derecho de subrogación, lo que quiere decir que cuando se cambia de subcontrata las trabajadoras, ya que en un 90% son mujeres, pueden perder su empleo. De no hacerlo, tendrán que empezar de cero y se quedarán sin su antigüedad y todos los derechos adquiridos”, explica Igor Eizaguirre, del sindicato vasco Ela, uno de los más activos en la lucha por los derechos de los trabajadores de telemarketing. “Precisamente en estos momentos estamos trabajando por mejorar el convenio de los trabajadores de Euskaltely vemos que muchas mujeres están hartas y se están arriesgando. Hay que tener en cuenta que se trata de un acto valiente porque en el próximo cambio de subcontrata podrán librarse de las que protesten con total sencillez”, explica.
Dosis tóxicas de incertidumbre. Cadenas infinitas de contratos enlazados, usados y tirados. Deseos de enganchar una campaña estable para poder tener unos meses de tranquilidad. Es el día a día descrito por muchos teleoperadores que confiesan acostumbrarse tanto al “estrés” de no saber qué será de sus vidas, que llega un momento en que lo consideran una forma normal de existir. “Creo que llega un momento en el que lo más difícil ya no es tu propia situación, sino sentir que estás contribuyendo a prácticas que detestas. Los coordinadores nos incitan a dar los precios sin tener en cuenta el IVA u omitir información que el cliente necesita para tomar una decisión. A veces tienes que decir que un servicio es gratis cuando no lo es, o no recordar el precio de instalación. Todos los días siento que tengo que buscar otra cosa, pero no resulta sencillo cuando dependes de unos ingresos”, explica una teleoperadora madrileña que trabaja actualmente para Vodafonepero que antes lo ha hecho para Movistar y dos compañías de venta de seguros. “A veces tienes que colgar al cliente para salvar tu puesto de trabajo porque te estás entreteniendo demasiado en la conversación y sabes que eso es algo muy mal visto en el call center. A los clientes que tienen un saldo bajo a veces les ponemos una música para que no se enrollen demasiado. A veces no sabemos la respuesta a lo que nos piden porque nos falta formación y en vez de buscarla tratamos de confundirle para que cuelgue y no nos ponga en un compromiso. La consigna que nos transmite la subcontrata no es dar un buen servicio, sino cumplir los ratios exigidos y ser escrupuloso con las normas”, detalla.
Desde Perú, Sabina (nombre falso) me cuenta algunas vivencias que ha ido atesorando durante más de diez años como teleoperadora. “En Atento, la subcontrata de Movistar, nos hacían trabajar en locales que ni siquiera se habían terminado de acondicionar y estaban llenos de polvo, de cascotes. Unos compañeros me contaron que en 2007 estuvieron trabajando en un quinto piso durante las réplicas del terremoto de este año y veían rajas en las paredes. Tenían miedo. Respecto a nuestra vida diaria, el salario es de miseria aunque trabajes fines de semana y festivos. La actitud es totalmente prepotente. Actúan como si te estuvieran regalando el dinero que te dan”.
Parecida es la situación que describen los trabajadores de telemarketing de Argentina. En mayo de 2010, el periódico argentino La Voz del Interior publicó un artículo comentando los resultados del estudio realizado sobre 100 trabajadores de calls center de Córdoba por el doctor Pablo Cólica, director médico de la Asociación de Medicina del Estrés de Córdoba (AMEC). En él se habla de jaquecas, trastornos del sueño y digestivos, palpitaciones, falta de aire, debilidad, contracturas musculares, alteraciones cognitivas como pérdida de concentración y de memoria, falta de atención, y alteraciones de carácter como irritabilidad, etc. Lo peor es que los trabajadores que sufren estas dolencias terminan siendo despedidos cuando acaba la campaña o cuando la subcontrata termina. La máxima del negocio parece asumir que las personas que se dedican esta labor tienen una fecha de caducidad corta, por lo que no hay que preocuparse demasiado por ellas sino por reemplazarlas periódicamente.
Frente a estas situaciones descritas por muchos trabajadores, Atento niega que evoquen la realidad. La filial de Movistar destaca que la empresa ha obtenido este año, por ejemplo, la categoría de Great Place to Work, una condecoración que selecciona las compañías que mejores condiciones tienen para sus plantillas.
http://consumeymuere.periodismohumano.com/index.php/2011/07/teleoperadores-precariedad-enfermiza/
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